Los animales se parecen tanto al
hombre que a veces es difícil distinguirlos de éste.
“La Oveja Negra y de Más Fábulas” Augusto Monterroso
Había una vez
un espejo de mano que cuando se quedaba solo y nadie se veía en él se sentía de
lo peor, como que no existía, y quizás tenía razón; pero los otros espejos se
burlaban de él, y cuando por las noches los guardaban en el mismo cajón del
tocador dormían a pierna suelta satisfechos, ajenos a la preocupación del
neurótico.
“La Oveja Negra y de Más Fábulas” Augusto Monterroso
En el centro
de la Selva existió hace mucho una extravagante familia de plantas carnívoras
que, con el paso del tiempo, llegaron a adquirir conciencia de su extraña
costumbre, principalmente por las constantes murmuraciones que el buen Céfiro
les traía de todos los rumbos de la ciudad.
Sensibles a la crítica, poco a
poco fueron cobrando repugnancia a la carne, hasta que llegó el momento en que
no sólo la repudiaron en el sentido figurado, o sea el sexual, sino que por
último se negaron a comerla, asqueadas a tal grado que su simple vista les
producía náuseas.
Entonces decidieron volverse
vegetarianas.
A partir de ese día se comen
únicamente unas a otras y viven tranquilas, olvidadas de su infame pasado.
“La Oveja Negra y de Más Fábulas” Augusto Monterroso
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