miércoles, 17 de mayo de 2017

“La Oveja Negra y de Más Fábulas” Augusto Monterroso


                   
                    Los animales se parecen tanto al hombre que a veces es difícil distinguirlos de éste.
“La Oveja Negra y de Más Fábulas” Augusto Monterroso

                Había una vez un espejo de mano que cuando se quedaba solo y nadie se veía en él se sentía de lo peor, como que no existía, y quizás tenía razón; pero los otros espejos se burlaban de él, y cuando por las noches los guardaban en el mismo cajón del tocador dormían a pierna suelta satisfechos, ajenos a la preocupación del neurótico.
“La Oveja Negra y de Más Fábulas” Augusto Monterroso

                En el centro de la Selva existió hace mucho una extravagante familia de plantas carnívoras que, con el paso del tiempo, llegaron a adquirir conciencia de su extraña costumbre, principalmente por las constantes murmuraciones que el buen Céfiro les traía de todos los rumbos de la ciudad.

                 Sensibles a la crítica, poco a poco fueron cobrando repugnancia a la carne, hasta que llegó el momento en que no sólo la repudiaron en el sentido figurado, o sea el sexual, sino que por último se negaron a comerla, asqueadas a tal grado que su simple vista les producía náuseas.
Entonces decidieron volverse vegetarianas.
A partir de ese día se comen únicamente unas a otras y viven tranquilas, olvidadas de su infame pasado.

“La Oveja Negra y de Más Fábulas” Augusto Monterroso