domingo, 30 de octubre de 2016

“Diablo Guardián” Xavier Velasco



El sepelio es el fin de la primera persona. Una ocasión pomposa donde unos cuantos ellos despiden a otro yo de su nosotros, a la vez que lo envían a otro ellos, más hondo e insondable. Ellos: los que no están, ni van a estar. Los que, si un día estuvieran, nos harían correr despavoridos. ¿o no es así, despavoridos como dicen que corren los que huyen de los muertos? Lo más fácil, e incluso lo más lógico, sería que enterrásemos a nuestros difuntos en el jardín de la que fue su casa. Pero entonces ya nadie se sentiría en su casa, ni en su mundo, sino sólo en el de ellos.- los temibles difuntos-, a quienes conducimos al panteón para poner entre ellos y nosotros no sólo tierra, sino de preferencia un mundo de por medio. Por más que añoremos a nuestros muertos, no queremos estar ni un instante en su mundo. Ni respirar su aire, ni mirar su paisaje.
“Diablo Guardián” Xavier Velasco

                Hay un desprendimiento liberador en el acto de romper las hojas que uno ha escrito, acaso por haber notado en ellas la desnudez obscena de un par de sentimientos. Existe una soberbia mojigata remojada en pudores melancólicos detrás de la sospecha de que cuanto escribimos hace pocas semanas nos hace ver como unos cursis infumables: pornógrafos del sentimiento. Y la idea es en tal medida insoportable que esa sola vergüenza engendra cualquier día al narrador despiadado, súbitamente experto en demoliciones.
“Diablo Guardián” Xavier Velasco

                No subía a los hombros de los gigantes para ver más lejos, sino para intentar dinamitarlos: la clase de actitud pedante y pendenciera que distingue a los implacables de los obedientes.
“Diablo Guardián” Xavier Velasco

                Las monjas de la escuela nos decían: Los malos pensamientos galopan cabalgados por demonios.
“Diablo Guardián” Xavier Velasco

Él va a ver mi cuerpo, pero yo voy a ver su mente.
“Diablo Guardián” Xavier Velasco

Un día me dijeron que la felicidad consiste en no querer moverse de donde una está.
“Diablo Guardián” Xavier Velasco

A veces divertirte es llorar con toda tu alma.
“Diablo Guardián” Xavier Velasco

La tragedia de todos los ojetes es que sus hijos salen más ojetes que ellos.
“Diablo Guardián” Xavier Velasco

Hay cosas que a los adultos no se les pueden contar. Tampoco cuando crecemos y nos volvemos adultos, pues para entonces ya hemos aprendido a arrepentirnos de haberlas pensado, creído, temido, y así las enterramos en el subsuelo de la memoria: donde nunca hay por qué rascar. Las personas adultas se avergüenzan de su infancia como de su inocencia, y luego también de su juventud, porque lo más fácil y lo más cómodo y lo de mejor gusto es olvidar a tiempo lo que ya no se tiene.
“Diablo Guardián” Xavier Velasco

El que paga, manda. Se lo aprendí tan bien a mi papá que hasta la fecha no he dejado de aplicarlo. Si entiendes eso, todo se hace más fácil. No es cosa de dinero, sino de inversión. El que más invierte tiene la palabra.
“Diablo Guardián” Xavier Velasco

                Cómo iba yo a saber. Cuando andas escapándote de esa manera no hay después, ni antes. Tu único plan es que nadie te agarre hoy, que a la noche haya dónde dormir, que no te alcancen las culpas y los miedos, por más que todo el tiempo los traigas ahí detrás.
“Diablo Guardián” Xavier Velasco

                El que tiene puede enterarse de todos los secretos del que no tiene nada más con untarle una lana en los ojitos. Si te contratan y te pagan poco es porque ya el olfato les dijo tu precio. Ser rico es aprender a oler el hambre.
“Diablo Guardián” Xavier Velasco

                El dinero sólo abandona a los jodidos. Y eso si no lo aguanto. Ya sé que es muy injusta, muy triste la pobreza, pero si me preguntan me siento más a gusto diciendo que ni la conozco, aunque eso sea nada más porque en cuanto la siento que se acerca le volteo la espalda. Y para que no quede duda, de una vez te digo que para mí eso de ser pobre no es injusto, ni triste, ni doloroso. Ser pobre es de mal gusto, punto.
“Diablo Guardián” Xavier Velasco

                Digamos que de pronto no tenía en qué caerme muerta. Mi ropa, en todo caso. Mi reloj. Pero una no se cae muerta en su ropa, ni en su reloj. Eran las únicas pruebas que me quedaban de que yo no era pobre. Podía engañar a la gente, a los turistas, a los policías, pero nunca a New York.
“Diablo Guardián” Xavier Velasco

                Uno puede llegar a controlar sus apuestas mientras nada más pierde, pero gana una vez y vas a ver qué viaje. No te puedes parar, se hace cosa de orgullo.
“Diablo Guardián” Xavier Velasco

                Las mujeres como yo acostumbran llevarse mejor con el taxista que con el mesero. Con ciertas excepciones, ya te contaré. ¿Sabes por qué me agradan los taxistas? Porque hacen porquerías por dinero. No son simples chóferes, son cómplices. Tú dime qué chofer no es un palero natural de su patrón. Pero ni los taxistas ni las putas ni los limosneros tienen un patrón. Ni siquiera los dealers. Y aunque hubiera patrón. Sería igual, porque en la calle no hay patrones, hay clientes. Y eso es lo que no entienden los meseros. Viven jodidos por todas y cada una de las patadas en el culo que les da su patrón. Y las de los clientes, que también son un chingo. Imagínate al tipo: se pasa todo el día sirviendo los mismos platillos y oliendo las fritangas más exquisitas, pero igual todo el día le llueve mierda. Promoción especial: Disfrute de nuestros platillos y cáguese en nuestros meseros. Y entiéndeme que los meseros son también de la calle, pero están en cautiverio. Estafan al patrón, se orinan en la sopa del cliente, y hasta trafican cois o se tiran a la clientela distinguida. Los habitués, ¿ajá? Todo por una pinche propinuca. O sea que como ves son colegas de todos los callejeros. Putean, mendigan, transportan, conectan y comen platos y platos de shit, pero se dan el gusto de correrte porque fíjese que éste es un lugar decente. My Good imbécil, si este lugar fuera decente tú nunca habrías entrado. Porque lo que ellos quieren decir con «decente» es nice. O sea chic, posh, socool Big Motberfuckin’Bucks, My Dear. Y en un lugar donde reina esa clase de decencia no entran meseros nacos. Ni limosneros, ni taxistas. Aunque a veces las putas y los dealers conseguimos la visa temporal. With supplies last, ¿ajá? Y los meseros quieren que tú pagues por eso.
“Diablo Guardián” Xavier Velasco

Cuando cruza las puertas del panteón hacia la calle piensa que, más que indefinible, el amor es, como la vida y la ficción: estúpido.
“Diablo Guardián” Xavier Velasco

“Yo no sé si usted llegó a mí vida con la misión expresa de rescatarme de una guillotina inminente, pero es cierto que su llegada me salvó de escoger entre la muerte y la locura. La locura: una cárcel distante cuyas puertas son tanto más nítidas cuanto menos uno se resigna a vivir en el horror. La locura no brota como una súbita infección en el cerebro. La locura es aquella enfermedad que sólo nos amenaza cuando ya sus uñas se han alojado en las entrañas, de modo que pelear contra ella es también despedazarnos el vientre, oprimirnos los pulmones, perder el miedo a la muerte como se pierden la inocencia y el amor. El amor es un bien que no he perdido. Cuando entre las condiciones que se le ponen al amor no se halla la correspondencia de quien se ama, y en realidad tampoco puede hallarse ninguna otra porque se ha decidido amar incondicionalmente, el amor, que por su propia vehemencia vive más allá de posesiones tan irrelevantes como el bienestar y la cordura, sólo puede perderse con la vida. No he muerto, luego amo. Amo a una mujer a la que no conozco, y tal vez a eso se deba que no puedo cesar de contemplarla cada vez que la ausencia del mundo me brinda el anestésico de la soledad. Sé que esa mujer existe, podría dibujar la fachada de la casa donde vive y pienso, porque así aún lo quiero, que ocupo algún lugar en su memoria; pero a mi la memoria no me ha servido sino para frenar mis pasos, atar mis ojos al interior de los párpados y proyectar en ellos la película más obsesiva del mundo: Dalila. Dalila es un nombre que no tiene cuerpo. Dalila es la palabra que a diario me visita pero jamás se queda a dormir. Dalila son seis letras formadas por cuchillos. Dalila es el principio de la música y el fin de la plegaria. Dalila es ese nombre que un día escribí en los muros de la casa de Dios, desde entonces acaricio su textura, tal como otros recorren con manos, boca y ojos a sus mujeres. Dalila se pronuncia degollando la lengua, y luego acariciándola. Es el nombre que tuve que inventar para ocultar al otro: el innombrable, aquel que sepulté para ya no decirlo ni pensarlo ni escribirlo. Y si hoy abandono mi juramento y escribo ese nombre en el sobre donde habrán de viajar moribundas de miedo estas palabras, lo hago con el solo propósito de que lleguen hasta usted, aunque con la secreta esperanza de que jamás lo logren. Quiero pedirle perdón por mi atrevimiento, por mi cobardía y por cada una de las debilidades que con seguridad me hacen indigno de habitar sus recuerdos. Pero antes de narrarle una historia que es más suya que mía, debo también pedir perdón por ella, por Dalila. Dalila es usted”.
“Diablo Guardián” Xavier Velasco

¿En qué consiste exactamente una traición? ¿Por qué, una vez que hemos dado sentido al porvenir a través de la obligada lealtad a un principio inamovible, un cariño que se ha pensado eterno, una utopía común, incluso una opinión vertida en el calor de un momento fatalmente furtivo, no nos es dado el privilegio de virar en una nueva dirección, por contradictoria que a los ojos de otros, y quizás a los nuestros, parezca? Uno crece mirando a la traición como aquel acto sorpresivo y deleznable por el cual el traidor ataca o abandona por la espalda, con una alevosía sobrada de perfidia, a un amigo, un pariente, un convenio callado y clandestino. Entonces el traidor es un dos caras, un malasangre, un ruin, un enemigo camuflado por nuestra ingenuidad. ¿Podemos perdonar a judas Iscariote porque su fe, su lealtad y sus convicciones no se cotizan más allá de los treinta denarios? ¿Alguien siquiera ha dicho qué se podía hacer en aquel tiempo con semejante suma?
“Diablo Guardián” Xavier Velasco

                Amar es soñar con mares en mitad de un largo insomnio, había escrito en la novela que no había escrito, donde el amor buscaba develarse como una voluntad plena de impulsos. Nunca al revés, pues ya se sabe que un impulso voluntarioso no puede conducir sino hacia abajo.
                “Diablo Guardián” Xavier Velasco

- ¿Me quieres, Bestia? -una pregunta mentirosamente despreocupada, y por supuesto hambrienta de respuestas mentirosas.- Claro que no te quiero, te codicio -una mentira intensamente desvirtuada por los ojos perrunos que al mirarla le tendían el tributo de una conformidad mejor emparentada con la mansedumbre que con la codicia.
“Diablo Guardián” Xavier Velasco

Cuando existe codicia, los pasos hacia arriba son firmes y despiadados, especialmente para con los propios sueños. Diferir el dolor, las dudas, la desesperación, tal es el requisito para la codicia que se reconoce incapaz de llenar.
“Diablo Guardián” Xavier Velasco

                Los hombres son capaces de tremendas porquerías cuando les rascas en el lado oscuro.
“Diablo Guardián” Xavier Velasco

                En México no pides, nomás estiras la mano. El chiste es saber dónde, cuándo y con quién. Y ahí estaba el problema, yo no tenía idea. Lo único que sabía hacer bien era portarme mal.
“Diablo Guardián” Xavier Velasco

                Soy de los que se joden por su gusto. Yo no tengo esperanzas, tengo planes. Y pese a que ninguna de esas actitudes merecería disculpa, los demás perdedores tendrían que comprender: así estuvieron ellos al principio, cuando había una brisa de verano soplando de los poros al miocardio. Cuando por gracia de un conjuro mentiroso levantaban el vaso y elegían joderse igual que el talentoso elige malograrse y el heredero conquistar su ruina.
“Diablo Guardián” Xavier Velasco

                El inglés necesita de un verbo fatalista para emplear la expresión «enamorarse»: to fall. O sea que el enamorado no exactamente asciende a un estado superior, sino al contrario: cae. Tropieza, se distrae, es entrampado. Cae, igual que Luzbel. Si Cristo hubiese dicho «Enamoraos los unos a los otros», ya estaríamos todos viviendo en el Infierno. Pero sería injusto concluir que Amor y Averno son instancias iguales o siquiera equivalentes. El diablo de allá abajo y el diablo del amor podrán ser parientes, y en un momento socios, pero sus métodos difieren tanto como la horca del veneno, el sable del cuchillo, el cañón de la trampa.
“Diablo Guardián” Xavier Velasco

                Pero ¿cuándo el amor es propiamente amor? ¿Puede uno amar a quien le acompañó por una hora? ¿Por dos horas, dos meses, dos años, dos minutos? ¿Se ama a quien se conoce, justamente por eso, o es quizás al revés: conocemos para mejor desconocer, y así poder amar sin el estorbo de la realidad? ¿No es cierto que quienes más se aman son a veces quienes menos se conocen? Ni una sola de estas preguntas se plantea jamás para buscar respuesta verdadera.
“Diablo Guardián” Xavier Velasco

                «La intensidad de una pasión se mide por la soledad que la precede»
“Diablo Guardián” Xavier Velasco

                ¿Qué es lo que califican los psicólogos? ¿La verdad que se esconde tras nuestras mentiras o el puro empeño con que las decimos?
“Diablo Guardián” Xavier Velasco

                El empleado tiene las ideas, el equipo los conceptos. El equipo tiene los medios, la agencia los fines. La agencia tiene la ética, el cliente la filosofía. El cliente tiene la competencia, el producto las ventajas.
“Diablo Guardián” Xavier Velasco

                El dinero es como el trasero: te saca de onda presumirlo y te saca de quicio que te lo presuman.
“Diablo Guardián” Xavier Velasco

                En Las Vegas la gente se ahoga, una de dos: en dinero o por dinero.
“Diablo Guardián” Xavier Velasco

                A la gente le gusta ver sufrir a la gente. Les da seguridad, se sienten importantes, afortunados, buenos. En realidad no les estás pidiendo que te regalen nada; les vendes la tranquilidad de su conciencia.

“Diablo Guardián” Xavier Velasco